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martes, 30 de octubre de 2012

Habilidades políticas en la empresa

Uno de los autores actuales que tratan temas de Recursos Humanos y de gestión de la diversidad cultural en las empresas que más me gusta leer es: Uxio Malvido. No lo hago todo lo que deberia y cuando encuentro algo de lo que publica en su blog Diversidad Corporativa me sorprendo agradablemente. La experiencia que tengo de la política, y tengo bastante a nivel personal, es que fundamentalmente es eso que el dice: "construir alianzas para lograr objetivos". Podemos usarla para llevar al mundo hacia su destrucción, para salvarnos nosotros de ser destruidos o para implementar un sistema educativo que mejore la empleabilidad de las generaciones futuras. La politica nunca es "neutra", nunca es del todo inocente. No puede serlo, para lograr algo siempre es imprescindible hacer pactos con personas a las que no solo se las ha de convencer, tambien han de actuar. Para actuar hacen falta medios, económicos y materiales. Muchos hemos leido de hace años el clásico "Arte de la Guerra" de Sun Tzu. La politica como la guerra es: "algo que puede ser beneficioso, y  puede ser peligroso". Lo que si que tenia claro el viejo maestro Sun Tzu es que no era algo para ser tomado a la ligera. Entre otras cosas porque si no hacen "politica en la organización" esta no dejara de hacerse. Buena reflexión la de Uxio Malvido y que traera cola.

Las habilidades políticas son consustanciales a cualquier trayectoria de liderazgo en la empresa. Sin embargo, tienen una mala prensa considerable porque las asociamos generalmente a maniobras de tiburones sin escrúpulos. Ese prejuicio negativo actúa a menudo como una auto-censura que impide el desarrollo profesional. 
En las últimas semanas he participado en algunos eventos por y para mujeres, como la Conferencia WIN celebrada en Roma, y una sesión de mini-mentoring organizada por 3Plus International en Londres. Uno de los temas recurrentes en este tipo de reuniones es cómo facilitar el networking de las mujeres y su acceso a las redes de poder e influencia dentro de la empresa, y eso pasa, nos guste o no, por el desarrollo de habilidades políticas. 

Competencia política con principios éticos 

No cabe duda de que las empresas, y otras organizaciones sociales, están pobladas de toda una fauna depredadora. Algunos personajes son peligrosos por naturaleza y otros simplemente dan rienda suelta a sus instintos en tiempos de grandes cambios. No cabe duda, el actual ecosistema de fusiones, reorganizaciones y reducciones de costes es especialmente propicio al auge de mecanismos de defensa de territorios y posiciones. Asociamos la política organizativa a todos esos manejos en tiempos turbulentos, pero, en realidad, las habilidades políticas son neutras. 
La política es el arte de la construcción de alianzas internas. Hace referencia esencialmente a los esfuerzos de tipo informal y sutil que ayudan a promover ideas, e influir en los demás. Como todo, esa capacidad puede utilizarse con criterios éticos, para hacer avanzar determinados proyectos, o con el único objetivo de “medrar” profesionalmente y escalar puestos en la jerarquía, sin importar los “daños colaterales” que queden por el camino. 
Jane Horan presenta en el libro “I wish I’d known that earlier in my career” una matriz 2×2 con un eje constituido por las habilidades políticas y otro por la integridad. Como resultado hay cuatro metáforas de estilo personal: zorro (habilidad política sin integridad), búho (las dos), burro (ninguna) y oveja (integridad sin habilidad). La fauna, afortunadamente es variada, y cada uno puede analizar dónde está y a quién quiere parecerse en el futuro. 

Alianzas y visibilidad 

Pero, ¿cuales son específicamente las habilidades que tendríamos que aprender a desarrollar? Básicamente dos: la gestión de apoyos y la auto-promoción. La primera obedece al principio de que pocas cosas se solucionan en la empresa en una única reunión. Si queremos ver avanzar un proyecto es necesario el manejo informal de las principales personas involucradas. Hay que testar aproximaciones, discutir ideas, ganar aliados y anticipar resistencias. Eso ayuda además a comprender mejor la red de poder dentro de la empresa y mapear la estructura de influencias. 
La comprensión política de la empresa es también fundamental para el manejo de la propia carrera. Es un error frecuente depender sólo del superior inmediato. En el entorno cambiante de la empresa depender de un único apoyo es garantía de dificultades tarde o temprano. Hay que tejer una red de mentores en plan comité asesor y gestionar sus percepciones. Lo que nos lleva al tema de la auto-promoción. 
A muchas personas les produce “repelús” la idea de hablar de sus logros y fortalezas, especialmente a muchas mujeres, por efecto de la socialización (él=pavito real; ella= discretita). Piensan que sus resultados hablan por ellas mismas; pobretas. Lo cierto es que es posible hacer auto-promoción con cabeza y con aquello de la autenticidad. Lo primero es tener claras las fortalezas, logros y a quién se conoce. Es decir, tener los deberes hechos y saber comunicarlo de forma concisa pero creíble. Lo segundo es no tomar ninguna reunión o encuentro en la empresa como casual y estar siempre preparado. No se trata de ir parloteando por ahí sino de aprovechar las oportunidades naturales que se presentan y conectar con los demás siempre con un propósito, con algo que compartir, no en plan “hoy voy a hacer networking dándome una vuelta por el pasillo”. 
En definitiva, desarrollar habilidades políticas no es tan difícil y con algunas claves sencillas todos podemos mejorar, no sólo las mujeres. Sobretodo hay que vencer los propios prejuicios. En ello nos va la carrera profesional pero también la oportunidad de construir mejores empresas y estilos de liderazgo alternativos.

viernes, 17 de septiembre de 2010

Las habilidades cognitivas en los procesos de selección de personal

La inteligencia general o factor g ha sido considerada como uno de los mejores predictores del desempeño laboral. Se realiza un análisis de la estructura de las habilidades cognitivas, haciendo referencia a la estabilidad de esta estructura para los diferentes grupos sexuales o étnicos. Se analiza posteriormente la validez predictiva de la inteligencia general para el rendimiento en el trabajo y el incremento de validez de los pronósticos cuando se añaden otras habilidades cognitivas. Se analizan los modelos globales que proporcionen relaciones entre la inteligencia general, el conocimiento del trabajo y el desempeño laboral. Por último, se revisa el concepto de inteligencia emocional.

El estudio de las habilidades cognitivas: 
Historia y estructura: la habilidad cognitiva general o inteligencia, incluye la capacidad de adquirir y aplicar los conocimientos, la facultad de pensar, de razonar y de comprender las propias experiencias y sacar provecho de ellas.
Modelos factoriales jerárquicos y no jerárquicos de la estructura de la inteligencia: Spearman conceptualizó la inteligencia como una facultad unidimensional referida a la capacidad cognitiva general de las personas. También desarrolló los procedimientos estadísticos del análisis factorial. 
Thurstone propone un modelo de aptitudes mentales primarias, que consiste en siete habilidades independientes y no incluye un factor general, por lo que se considera un modelo no jerárquico y plano, aunque él más tarde abandona esta idea.
Aunque los modelos no jerárquicos son populares, se ha llegado a un acuerdo respecto a que las habilidades cognitivas tienen una estructura jerárquica o en forma de pirámide, en cuyo vértice se encuentra el factor g. 
Según el modelo de Catell y de Horn, no existiría un único factor g, sino que lo dividen en las denominadas inteligencia cristalizada (basada en la experiencia) e inteligencia fluida (de carácter más innato, se plasma en actividades y situaciones nuevas que requieren una adaptación flexible, y se refleja en test de razonamiento analítico y tareas de resolución de problemas no ligados al aprendizaje anterior). 
Estabilidad de la estructura factorial de la inteligencia a través de diferentes grupos: algunos trabajos han encontrado diferencias de inteligencia entre grupos étnicos, y otros, por el contrario, no han detectado tales diferencias. Se considera que las investigaciones que llegan a los primeros resultados están sesgadas.

La inteligencia general o g como predictor del rendimiento académico y profesional: 
A lo largo de la historia se ha debatido sobre la relación de la inteligencia con el desempeño laboral. Los resultados han sido dispares, pero desde la Psicología del trabajo y de las organizaciones se ha mantenido la idea de que la inteligencia general tiene poco que ver con el rendimiento en la vida real. Se considera que sería una buena medida predoctora para un trabajo en particular, pero fallaría para otro, aunque fuese semejante, que se encontrara en una organización distinta. 
Las conclusiones que puede extraerse de los datos obtenidos en las investigaciones son las siguientes: el hecho de que el factor g pronostique el rendimiento en todos los trabajos y su validez exceda a la de los rasgos específicos procede del hecho de que quienes tienen altas puntuaciones en g es más probable que:
  1. Hayan sido capaces de adquirir mayor conocimiento tanto declarativo como procedimental.
  2. Sean capaces de adquirir conocimientos adicionales específicos de forma más rápida. 
  3. Sean capaces también de procesar información más compleja. 
Habilidades cognitivas específicas, conocimientos y rasgos no cognitivos:
Resulta más óptimo usar habilidades cognitivas específicas y rasgos no cognitivos como predictores del rendimiento laboral, en lugar del factor g. Sternberg y Wagner han propuesto los conceptos de conocimiento tácito y de inteligencia práctica como alternativas a la inteligencia académica. El conocimiento tácito es un conocimiento procedimental, sobre cómo hacer las cosas. La inteligencia práctica es una forma más general de conocimiento tácito. Algunos autores opinan que estos dos tipos de inteligencia se solapan en una: el conocimiento del trabajo.

¿Se puede mejorar la validez predictiva de g? se muestran varios resultados:
  • Ree y Earles demostraron que el rendimiento en los entrenamientos es más una función de g que de factores específicos en una investigación con miembros militares.
  • En relación con las entrevistas de selección de personal, Walters, Miller y Ree llegaron a la conclusión de que estas entrevistas en los procesos de selección parece provenir primordialmente de su capacidad para evaluar las habilidades cognitivas generales.
  • Olea y Ree examinan la validez del factor g y encuentran que es el mejor predictor.
Meta-análisis sobre la habilidad cognitiva y su validez predictiva del rendimiento ocupacional:
Las habilidades cognitivas generales se definen como una medida global que combina, dos, tres o más aptitudes más específicas o que incluyen una variedad de ítems que miden habilidades específicas. Uno de los resultados más destacados en las investigaciones con estas habilidades son las sugeridas por Hunter y Hunter, que observan que la validez predictiva de las habilidades cognitivas está moderada por la pertenencia a un grupo ocupacional determinado, y por lo tanto, depende de la complejidad del trabajo en cada ocupación específica. Se destaca así una conclusión clara: la complejidad del trabajo es un moderador de la validez de criterio de las habilidades cognitivas generales, es decir, mientras más compleja sea una tarea, mayor es el poder de la inteligencia general para pronosticar el éxito futuro del empleado en dicha tarea.

El rendimiento en sentido más amplio: 
Chan ha demostrado que el factor g también sirve para predecir el rendimiento futuro. Algunos autores han explicado este fenómeno a través de lo que llaman la “hipótesis gravitacional”, que plantea que las personas con mayor habilidad cognitiva se orientan hacia actividades que requieren más habilidad cognitiva, y por el contrario, las personas con menor habilidad escogen trabajos que requieren menores habilidades de este tipo. Por otro lado, la inteligencia general parece interactuar con la complejidad organizacional en su relación con la satisfacción laboral. Ganzach encuentra que g está positivamente asociado con la satisfacción laboral, pero cuando la complejidad laboral se mantiene constante, la relación se vuelve negativa y este dato parece ser consistente con los resultados de Wilk y sus colaboradores relativos a la orientación de las personas hacia aquellas tareas que les resulten más afines.

De la validez predictiva a la relación casual: 
Según Hunter, la influencia principal del factor g se observa en la adquisición de conocimiento sobre el trabajo y este conocimiento es el que influye en el rendimiento, aunque los datos en este caso provenían de subordinados. 
Más adelante, Ree y sus colegas añaden el conocimiento previo del trabajo a estos modelos causales, definiéndolo como el conocimiento relevante para el puesto que los postulantes actualizan mediante la formación. Observaron la existencia de una influencia indirecta de g en el rendimiento, que está moderada por la adquisición de conocimiento laboral durante el entrenamiento.
En resumen, la evidencia parece apoyar un modelo casual en el cual la mayor parte de la influencia de g se manifiesta indirectamente a través de la adquisición de conocimiento, teniendo tanto un impacto sobre el conocimiento previo como sobre la adquisición posterior.

¿Qué puede añadir la inteligencia emocional?:
En primer lugar, se muestra cierta evidencia sobre la relación entre inteligencia y personalidad. Parece ser que ambas están relacionadas en cierta medida, y que variables como la inteligencia autoestimada también son importantes (factor predominante en mujeres). Sería posible que la personalidad influyera en estas autoestimaciones, y éstas a su vez estuvieran relacionadas con las puntuaciones de los test de inteligencia.
A partir de la creencia de que la inteligencia general no tiene adecuada capacidad predictiva cuando se trata de pronosticar el éxito en la vida diaria, algunas líneas de investigación han acentuado la importancia de la inteligencia emocional. Su principal defensor es Coleman, y bajo esta perspectiva se han desarrollado instrumentos como el Inventario de Competencia Emocional, y se ha insistido mucho en la posibilidad de entrenar y mejorar estas capacidades desde la escuela.

Texto tomados de apuntes de la Asignatura "Selección, evaluación y desarrollo de los Recursos Humanos" compartidos por nuestro compañero de la UNED; Ruben Camacho: kurrobilly@gmail.com